"Jesús" fue la palabra mágica, casi una contraseña. Las vallas se abrieron y pudieron pasar al sector más codiciado y prometido: el de "las sillas". "¡Bah! nos dejaron atrás y estos se quedaron adelante", refunfuñaron Yohana y Sofía, dos jóvenes militantes de La Cámpora de Banda de Río Salí a las que el entusiasmo las desbordaba. Los "estos" no eran otros que los integrantes del "Ateneo de la militancia". La puja silenciosa entre la agrupación ultra "K" cuyo fundador fue Máximo Kirchner y la bettysta-alperovichista-"K" que conduce la senadora Beatriz Rojkés, respectivamente, se percibió en el sector VIP montado en el Hipódromo para el acto político del 9 de Julio. Sucede que por primera vez, hubo dos sectores especiales acondicionados con sillas frente al escenario. Uno pequeño, ubicado en el centro, reservado para los familiares del primer mandatario local y funcionarios provinciales. El otro, más grande, estuvo destinado a los militantes K. En este último, unos 150 lugares fueron para el camporismo y otros 150 para el bettysmo. En tanto, 100 estaban reservadas para los simpatizantes de la ministra de Educación, Silvia Rojkés de Temkin.
El "Ateneo" ocupó las primeras filas, justo frente al atril de madera desde el que hablaron los oradores, y parte del centro del corralito. El resto de los espacios fueron para La Cámpora, que fue mayoría allí. Sin embargo, tuvo que compartir la zona con sus compañeros de "Unidos y Organizados" como los verdes de Kolina (agrupación de Alicia Kirchner) y los rojos de Miles (partido de Luis D'Elía), entre otros movimientos.
Gestos, miradas, aplausos y cánticos encimados fueron parte del enfrentamiento entre los sectores.
Color y calor camporista
La cita fue a las 8, en el parque 9 de Julio. Una bandera por aquí, una remera por allá, escarapelas y pines por todos lados. Los miembros de La Cámpora fueron llegando de a puñados, desde barrios y el interior. Amenizaron la espera ensayando cánticos y calentaron la mañana con mate cocido y tortillas. No faltaron las chanzas sobre los "arriados" y los "choripanes". Jóvenes, adolescentes y niños se congregaron. La producción y el "lookeo" para la ocasión fueron casi unánime: remeras personalizadas, cartulinas con fotos de Néstor Kirchner, chicas con banderas latinoamericanas pintadas en la cara y carteles de próceres. También hubo una murga, con trajes que incluyeron fotos de Evita y Perón.
El Jesús del primer párrafo es Salim, el legislador y uno de los principales referentes camporistas locales. Recibió a los seguidores y los organizó: algunos a las sillas, otros a la Casa Histórica y el resto al "campo" del Hipódromo. Su teléfono ardió. Entre los que coordinaron la movilización en el parque estuvieron su esposa y precandidata a diputada Mabel Carrizo y el responsable de prestaciones sociales del PAMI, Federico Casinelli. También el diputado Marcelo Santillán y Facundo Cabral. Una vez designado el destino, los militantes enfilaron a sus puestos. Los de "las sillas", como Yohana y Sofía, entraron por la puerta dos. Había varios filtros a superar. Como los asientos estaban asignados, cada uno que entraba nombraba su organización y eso significaba un tachón en la lista de asientos disponibles. Ellas invocaron a Jesús y fueron el 88 y 89. Apenas las admitieron, tuvieron que correr para estar cerca del escenario. Una vez ubicadas, se sentaron y tomaron una bolsa que las esperaba. Adentro había un sanguche de salame, un alfajor, una gaseosa y un agua mineral. Paradas en las sillas, al igual que los que las rodeaban, arengaron y cantaron. Los intentos por mejorar su ubicación fueron desestimados una y otra vez por un guardia con una pechera de "La Cámpora", que bloqueaba el pasillo.
Apenas la pantalla mostró la Casa Histórica, los militantes reconocieron entre los funcionarios al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. "¡Ahí está Moreno!", se codeaban y completaban la frase con palabras como "groso" o "capo". Y así consagraron al polémico funcionario como el más popular de la delegación, fuera de la presidenta Cristina Fernández.
La llegada de ella les hizo olvidar las tres horas de frío y espera. Los gritos fueron ensordecedores en el VIP. Las banderas apenas dejaban ver el escenario. Sofía lloraba y Yohana alternaba gritos: "¡Te amo Cristina" y "¡Me muero!".
Los cánticos elaborados -tan ensayados- quedaron atrás. Sólo reaccionaron con los más escuetos pero no menos clásicos: "Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación" y "Ché gorila, si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar". También se coló la marcha peronista. El Himno fue coreado por el sector como en la cancha y bailoteado por la Presidenta.
El gobernador, José Alperovich, fue el primero en hablar. Cuando fue anunciado, La Cámpora se silenció. Y uno que otro indisciplinado ensayó un silbidito. Recibió aplausos sólo cuando mencionó a los Kirchner y cuando llamó a "batallar" en las elecciones. En cambio, los del "Ateneo" aplaudieron a rabiar. "Siempre dice lo mismo", resopló la camporista Sofía. Fue el turno de Cristina y se retomó la fiesta. Al mencionar algunas medidas económicas, los chicos comenzaron a corear el apellido de Moreno. El final del acto los encontró agotados, pero conformes. Yohana y Sofía se sacaron fotos con sus celulares para sellar el recuerdo y partieron de a esperar el colectivo de vuelta a la Banda.
"Sarita", mate y Amado
Tempranísimo, el grupo del "Ateneo", se reunió en un descampado cercano al Hipódromo. Allí estaba la coordinadora de la agrupación, Sara Alperovich, la hija del gobernador y la senadora.
La joven y sus seguidores entraron a primera hora al sector VIP. Bailó, arengó y fumó sin parar. Levantó las manos de las "chicas solteras" y de los "hinchas de Atlético" cuando así lo pidió el cantante de Retumba Guacho (la banda que tocó antes del acto). También acomodó y reacomodó a su gente, dio ordenes y se encargó personalmente de algunas cuestiones. Cuando llegó el grupo de su tía, Silvia Rojkés, también hubo movimientos. Las facciones prácticamente se mezclaron. En un momento, supo que todos los medios buscaban su foto y se paró sobre la silla con las dos manos levantadas y sus dedos en V. Los fotógrafos, agradecidos.
El locutor, Adolfo Nicolaus, y los músicos mencionaron varias veces a la agrupación. Ella no se mantuvo en un sólo lugar. Antes del acto, se mezcló en el público y posó para una docena de fotos. Al igual que su padre, tomó mates. Sus hermanos llegaron y les tiró besos e hizo ademanes. Cuando terminó el acto, y con la misma energía, logró sacarse una foto con Amado Boudou.